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Capitulo 4


- Nadie engaña al viejo Jack, ¿escuchaste? ¡Nadie! Te voy a atravesar con mi navaja.
- ¡NO! Jack, por favor, vamos, fue solo una broma. Acá están tus monedas ¿eh? Nos vamos a caer, ¡por favor!
-Me importa un carajo lo lindo que se ve desde acá el mascaron ¡muere ladrón!….. ¿Qué es eso?

Un zumbido cortó el aire. La flecha atravesó la cabeza de Jack y se incrustó en el pecho del mal aventurado ladrón.
El capitán vio como pasaban los cuerpos al costado de la embarcación mientras que a su lado Marconi Di Marco destensaba el arco que segundos atrás había acabado con la revuelta acontecida en la cubierta.
- Me temo que no tengo tiempo para estos juegos de marinos borrachos e ignorantes mi capitán, he de llegar a Tonga y usted se ha comprometido a llevarme, le sugiero por su bien que cumpla su palabra
- Yo soy el capitán de esta nave y como que me llamo Sir Arthur Mandrágora que no dejare que usted ose amena…..
El capitán retuvo su comentario cuando la daga le robo una gota de sangre de su cuello
- Capitán capitán, nadie lo amenaza, entienda la vida de muchos depende de mi éxito y usted también podría bañarse en la gloria de la victoria si cumpliese con su rol en esta historia. Y ahora sea buen capitán y cambie el curso hacia Tonga.
Desde la perspectiva de Jack el barco viró como 60 grados en un giro abrupto cambiando radicalmente de curso.
Al caer la noche el mar embraveció y una gran tormenta se desató, pero desde el interior del camarote del capitán solo se oían susurros del gran caos que reinaba afuera. Dentro Di Marco cenaba en la mesa de Mandrágora junto con el Alférez y el jefe de armas. Reinaba un silencio aterrador en la nave desde el pequeño incidente de la tarde. Sir Arthur intento tranquilizar los ánimos anunciando abruptamente:
- Si todo sigue así para el jueves por la tarde estaremos llegando a Arcaneras o Tonga como el señor Di Marco llama a la isla, he estado estudiando las cartas de navegación que él me dio –mirando a Marconi - y considero que tendremos mas posibilidades de tirar anclas si atacamos a la isla desde el lado norte
- Excelente capitán - dijo Marconi- de todas maneras las costas de ese paraje están rodeadas de grandes corales con muy poca profundidad, no le pediría jamás que arriesgara la integridad del casco, no, en cambio le sugiero que me permita descender con un escuadrón armado en dos botes a remo e intentar ganar la orilla de esta manera. Usted podrá permanecer en las cercanías y regresar a buscarme al caer la tarde del lunes y cubrir mi retirada en caso de algún peligro.
- Es usted muy mandón para ser pasajero – se precipito el Alférez Thomas- ¿Por qué no deja que los que estamos a cargo tomemos las decisiones?
- Esta bien Thomas- dijo el capitán- lo que dice es sabio y avalo ese accionar, así será.

Los días que siguieron no fueron de lo más gratos, tormentas con vientos huracanados y olas de al menos 10 metros. No fue hasta el viernes por la mañana que se escucho el anuncio tan esperado…. ¡ CAPITAN, TIERRA A LA VISTA!
Marconi salio de su camarote al escuchar el anuncio, ya estaba listo para el desembarco. Portaba su arco destensado en un estuche de cuero que le colgaba cruzado en la espalda y unido al estuche colgaba su carcaj rebozante de flechas, del otro hombro un bolso pequeño que contenía sus equipos de supervivencia y un sable corto. En la pierna izquierda tenia la daga con que intimidara al capitán días atrás guardada en su vaina. En su cinturón había una pequeña brújula y algún que otro artefacto como un catalejo.
Estuvo parado en la cubierta al menos 1 hora hasta que el equipo que lo acompañaría a la costa estuvo listo para partir. Cuando los dos pequeños botes estuvieron cargados y los marinos a bordo Marconi se acerco al capitán y le dio una bolsa de cuero atado con una soga, el capitán la abrió y sonrió complaciente.
- Veo que es un hombre de palabra Di Marco, 400 doblones imperiales, justo lo que pactamos. Ahora estamos en paz, vaya a encontrarse con su destino, nos veremos el lunes y buena suerte.
- Gracias capitán, espero no haberme ganado un enemigo en nuestro pequeño encontronazo el día de la disputa.
- Claro que no- respondió el capitán- soy un hombre razonable, y ahora vaya. No se cuanto tiempo se mantendrá la marea alta.
- Entonces hasta pronto, dijo Di Marco saltando a uno de los botes mientras estos eran izados a las cálidas aguas del Pacífico...


1 Dichos:

=)

santi, muy mal ahí eh? no puedo escuchar la música de tu blog! je, no, sólo te aviso. O algo está mal o yo como siempre tengo mala suerte con las computadoras.

COn respecto a tus escrituras. (carita sonriente, pulgares hacia arriba) =P Una gueena trama... y personajes con personalidad no?? ;)
según mis cálculos por lo menos falta que uno entre en ecena todavía...


Bueno.... tomate tu tiempo escribiendo lo que sigue.. mira que de este lado hay criticos terribles esperando... jeje! mentira... espero lo que venga...



un beso


te quieroo!

6 de abril de 2007, 15:59  

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